Enseñanza para sanar el dolor del corazón a través de perdonar y la acción de Jesús.
Introducción
Cuando hablamos de perdón podemos enfocarlo de
dos formas, damos perdón y pedimos perdón ambas situaciones son
difíciles pues el pedir perdón es reconocer que fallamos, tener la
humildad para cambiar nuestra conducta y realizar la acción necesaria
para rectificar para mantener una buena relación con los demás, en
cambio el dar perdón es una decisión para mantener nuestro corazón libre
de sentimientos que nos dañan, en esta enseñanza hablaremos de dar
perdón y para evitar confusiones lo llamaremos perdonar.
Testimonio sobre la acción de perdonar.
Recuerdo
haber tenido una infancia feliz hasta los 9 años, hasta esa edad había
vivido en la casa de mi abuela, no había ningún resentimiento en mi
corazón, sin embargo siempre tuve una sensación de soledad, no me
sentía querido. Alguna vez le expresé a mi mamá que nadie me quería,
pero ella se enojó, me regañó y me dijo “Y cómo lo van a querer si …”.
A
los 9 años fui abusado sexualmente por un joven que vivía cerca de la
casa de mi abuela, recuerdo que en ocasiones mi abuela me dejaba solo
atendiendo la tienda y en una de esas ocasiones este joven se metió a la
casa y abusó de mí, eso destruyó una parte de mi estima, mi sexualidad
fue dañada y busqué compensarlo viviendo una sexualidad desordenada.
A
los 13 años una tía me dijo que cuando mi mamá estaba embarazada de mí,
ella intentó abortarme, tomando cosas amargas, esto destruyó mi estima
aún más y causó una herida muy grande en mi corazón. Estas situaciones
en la mente de un adolecente son muy fuertes a tal grado que empecé a
tener conductas suicidas.
Un tiempo después esa misma tía me dijo
que después de mi (yo soy el último hijo de mi mama) mi mama había
quedado embarazada y que a ese bebe si lo abortó. Esto profundizó el
resentimiento en mi corazón porque pensaba que a mí no me había abortado
porque no había podido; esto destruyó mi relación con mi mama, a tal
punto que me fui de la casa a vivir con una hermana y rompí toda
relación con ella.
A los 30 años hice mi retiro de inicio en la
renovación carismática católica de apopa en ese momento ya no hablaba
con mi mamá y tenía 2 años de no saber de ella.
Tenía un
resentimiento tan grande en mi corazón que sentía que algo me oprimía
contra el suelto que no me permitía vivir en paz, era un gran peso que
andaba cargando, el resentimiento en contra de mi propia madre.
En
el retiro hice el proceso de perdón, gracias al Señor, Dios sanó mi
corazón del resentimiento y me dio una gran paz; también sanó mi
sexualidad y restauró mi vida y empecé a caminar con una promesa “yo he
venido para que tengan vida y vida abundante” Juan 10, 10.
En
mi caminar en la renovación, en una oración de sanación interior el
Señor puso en mi mente una imagen en la cual yo estaba siendo amamantado
por mi mama y yo sentía un rechazo, yo le pregunté al Señor que porque
era y él me dijo “porque nacistes” comprendí que me rechazaba solo por
el hecho que yo había nacido, le dije al Señor “sáname” y Él me dijo “ya
te he sanado” cada día de mi vida puedo percibir cómo se va cumpliendo
en mi esa promesa de la biblia y el me da vida abundante. Actualmente
tengo una buena relación con mi mamá y la veo frecuentemente.
¿Qué es perdonar?
Perdonar
es un acto de la voluntad por medio por el cual decidimos dejar ir el
dolor o sentimiento negativo causado por una herida que puede haber sido
hecha por otra persona, especialmente cercana por ejemplo: mamá, papá,
abuelos, cónyuges, tíos o hermanos, también nos pudo haber herido
alguien que tiene alguna autoridad sobre mí, ejemplos profesores,
entrenadores, jefes, etc., o también puede ser causada por nosotros
mismos; incluso puede haber un sentimiento negativo hacia Dios.
Algunos
sentimientos que nos dañan que están asociados a la falta de perdón
son los siguientes: resentimiento, un dolor en el corazón que no
identificamos exactamente, odio, enojo, venganza y amargura. Si usted
experimenta alguno de estos sentimientos probablemente usted necesita
perdonar.
La falta de perdonar lo podemos comparar como estar
encerrados en una celda de la cual no podemos salir sin embargo nosotros
mismos poseemos la llave que abre la puerta que nos puede dejar libres.
Perdonar
no es resignarse a vivir con dolor porque no puede hacer otra cosa, por
ejemplo porque tengo que vivir con mi cónyuge a pesar de sus
infidelidades, sino que perdonar es aprender a vivir plenamente en la
paz que Dios nos quiere dar.
Perdonar tiene dos componentes
fundamentales: el humano que es un acto de la voluntad, decidir perdonar
y el divino que es la acción de Dios por medio de la cual el corazón
sana, nos liberamos de esa pesada carga y recibimos la paz.
Algunas ideas que nos pueden servir para reconocer que tenemos que perdonar.
Cuando
nos resentimos fácilmente con los demás, esto me indica que hay un
resentimiento mayor que debo sanar a través de perdonar.
Cuando
nos hacemos cohibidos y creamos una coraza en nosotros para no permitir
que las demás personas entren en nuestro corazón, no nos dejamos amar,
esta es una señal que necesitamos perdonar.
Cuando nos cuesta perdonar una ofensa por pequeña que sea.
Sentimientos negativos tales como resentimiento, dolor, tristeza, odio, venganza y amargura.
Sentimos que andamos una carga muy pesada que nos ahoga, que a veces sentimos que no nos permite ni respirar.
Algunos obstáculos que no nos permiten perdonar
Existen
formas de hablar que nos atan al resentimiento, odio o rencor, por
ejemplo “yo perdono pero no olvido” esto se puede interpretar que en un
momento futuro si tengo la oportunidad me voy a vengar, otra expresión
nociva para el poder perdonar es decir “yo no puedo perdonar” esto no es
cierto porque como veremos más adelante el perdonar no es un
sentimiento sino una decisión de la libre voluntad de la persona para
liberarse de la carga que conlleva la falta de perdón.
También
el deseo de castigar a la persona que nos dañó no nos permite
perdonar. El no perdonar es una forma de soberbia con la cual buscamos
vengarnos de aquel que nos agredió pero la verdad es que nos hace más
daño a nosotros mismos.
Puede ser que creamos que no somos
merecedores del amor de Dios (nos sentimos indignos), y nos
imposibilitamos de perdonarnos a nosotros mismos.
Como sabemos que
hemos perdonado, es cuando podemos recordar lo sucedido sin experimentar
dolor, también cuando oramos por la persona que nos hirió.
¿A quién debo perdonar?
El perdonar incluye a las otras personas, a nosotros mismos y a Dios.
Perdonar a los demás
Las
personas que nos hacen las heridas más profundas son las más cercanas a
las que amamos más como nuestros padres, cónyuges o hijos; sin embargo
también puede ser causada por alguien que nos agredió fuertemente, por
ejemplo: una violación o abuso sexual, castigos excesivos, abuso verbal
contra nuestra dignidad, alguien que asesinó a un ser amado, presenciar a
un ser amado vivir una enfermedad muy cruel. Todas estas situaciones
pueden causar en nosotros sentimientos de odio, enojo, resentimiento,
amargura incluso venganza.
La falta de perdón daña a la
persona que no ha perdonado, pues muchas veces las personas con las que
nos encontramos resentidos no se percatan que nos hicieron daño o lo
olvidan con facilidad. Sin embargo la persona dañada lo recuerda
perfectamente y se queda estancada en ese momento doloroso y al
recordarlo vuelve a sentir el dolor causado en aquella situación. La
falta de perdonar hace que volvamos al recuerdo doloroso una y otra vez
haciendo crecer la herida y el sentimiento negativo asociado,
generalmente resentimiento. Es necesario perdonar a las personas que me
ha dañado.
Perdonarnos a nosotros mismos
La falta
de perdón hacia nosotros mismos la podemos percibir como culpa por haber
hecho algo de lo cual nos avergonzamos o por no haber actuado ante una
situación en que pensamos que pudimos hacer alguna acción para
evitarla. Es necesario perdonarnos a nosotros mismos para sanar está
herida, muchas veces somos más duros con nosotros mismos y por eso nos
cuesta más perdonarnos a nosotros mismos que a los demás.
Las
culpas son como cadenas que nos ponemos a nosotros mismos, cárceles en
las que nos encerramos voluntariamente. No perdonamos nuestros propios
fracasos, nuestros errores, sucede frecuentemente en la educación de los
hijos también cuando hemos pasado una situación muy dolorosa como haber
perdido un embarazo.
Recuerdo el caso de una señora que se
miraba muy atribulada y en la consejería expresó que había perdido un
bebe y a pesar que no manifestó ningún sentimiento se le recomendó que
llegará al santísimo para orar por el alma del bebe y que en la oración
pidiéramos a Dios el bautismo espiritual de su hijo, en la oración ella
se perdonó por no haber podido tener a ese bebe así como al padre del
mismo, Después de esa oración esta mujer experimentó un cambio muy
fuerte al recibir la paz de Jesucristo a través del perdón hacia ella
misma, a su pareja y a Dios.
La falta de perdonar a uno mismo
suele generar dolor que nos atormenta por errores del pasado y de los
cuales en su mayoría no podemos hacer nada.
Perdonar a Dios
Nos
podemos enojar o resentir con Dios por situaciones en las cuales hemos
pedido con fe y no nos hemos sentido escuchados, por la muerte de un ser
querido, por la maldad del mundo, por situaciones en las que hemos
experimentado grandes dolores y nos hemos sentido abandonados por Dios,
incluso Jesús se sintió abandonado por Dios (San Mateo 27, 46 A eso de
las tres, Jesús gritó con fuerza: Elí, Elí, lamá sabactani, que quiere
decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?). Por esta
razón también es necesario perdonar a Dios.
Recuerdo que a un
ser querido le diagnosticaron cáncer de vejiga, como familia oramos con
fe durante 8 meses y cada día su cuerpo se deterioraba más, al final
murió en paz gracias a la oración, pero yo me resentí con Dios porque se
lo había llevado, por esta razón tuve que hacer el proceso para
perdonar a Dios.
En otra ocasión nos invitaron a orar por un hermano
que estaba muy mal de un cáncer de estómago, ya estaba en la etapa
final, al orar con él descubrimos que estaba resentido con Dios porque
alguien le había “profetizado” que ya estaba sano y él creía que Dios le
había fallado, hicimos el proceso de perdón con ese hermano y Dios le
dio la paz, le ayudamos para que el sacerdote lo llegara a confesar y
unos pocos días después, partió en paz a la casa del Padre.
¿Por qué debo perdonar?
En
primer lugar porque deseamos estar bien, el no perdonar me daña a mi
mismo porque llena mi corazón de sentimientos negativos que me generan
dolor y nosotros tenemos la capacidad de dejar de sufrir por las
situaciones dolorosas que nos tocó vivir. La falta de perdón destruye
las relaciones familiares es una forma por la cual el diablo nos roba
parte de nuestra vida abundante, nos roba la paz y nos genera dolor.
Por otro lado, cuando perdono llega a nosotros la paz de Jesucristo. Es
importante perdonar para vivir en paz y con un corazón libre para amar y
dejarnos amar.
Si no perdonamos a los demás somos incapaces
de recibir perdón. Nos mantenemos en la oscuridad y nos bloqueamos del
perdón de Dios. Marcos 11:25-26 Y cuando se pongan de pie para orar, si
tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que su Padre del Cielo les
perdone también a ustedes sus faltas.
También en la oración del
Padre nuestro podemos encontrar que el Señor nos perdona pero debemos
perdonar pues esto nos hace bien. Mateo 6:9-12 perdona nuestras ofensas
como perdonamos a los que nos ofenden
Es importante perdonar,
porque la falta de perdón nos daña y destruye la relación con nuestros
seres amados incluso nos aleja de Dios.
Recuerdo a una mujer
que se fue de la casa de su mamá cuando era muy joven porque estaba
resentida con ella, muchos años después casi no visitaba a su madre,
finalmente su mamá falleció.
Esta mujer en el funeral de su
mamá lloraba desconsolada de una forma muy particular se podía discernir
que ese llanto tenía mucha culpa porque vivió resentida con su mamá y
no la pudo perdonar.
Este es el caso de muchos hijos que no
podemos perdonar alguna o algunas faltas graves, según nosotros mismos,
de nuestros padres y perdemos la oportunidad de hacer las paces con ese
ser amado y una vez fallecido se nos dificulta realizar el proceso de
perdón y se nos llena el corazón de culpa.
En la mayoría de
casos perdonar implica la restauración de la relación (reconciliación)
por ejemplo la restauración de la relación con nuestros padres o hijos
sin embargo algunas veces esto no es posible porque la persona que nos
hirió ya falleció, porque la otra persona no quiere reestablecer la
relación o porque corre peligro nuestra vida el continuar con esa
relación. Sin embargo sí puede haber perdón porque el perdonar es una
decisión que yo realizo y no depende de nadie más.
¿Se puede perdonar a una persona fallecida?
La
respuesta es sí se puede y a través de la oración si Dios lo permite
podemos recibir también la reconciliación con la persona fallecida.
La falta de perdón llena el corazón de sentimientos dañinos para nosotros mismos y para los demás.
Una
vez en un retiro para jóvenes ayudamos a perdonar a una jovencita de
unos 13 años de edad, ella vivía con su abuela y esta señora le había
llenado el corazón de sentimientos negativos contra la mamá de la joven
porque desde muy pequeña le decía que su mama no la quería que por esa
razón la había abandonado y la había dejado viviendo con ella (su
abuela). La joven tenía odio contra su mamá por esta razón. Al
realizar el proceso de perdón la animábamos a que vocalizara “yo perdono
a mi mama por haberme abandonado”, pero las palabras no le salían solo
rechinaba los dientes, apretaba las manos y se percibía la lucha que
ella tenía para poder pronunciar esta frase después de un rato de
oración Dios le dio la fuerza para realizar esta acción y poder decir
“yo perdono a mi mama por haberme abandonado” luego de una oración para
que Dios sanara la herida el rostro le cambió y se podía percibir en
ella paz y alegría. Esta jovencita salió del santísimo siendo una
persona nueva y con una gran sonrisa en su rostro gracias a que pudo
perdonar a su mamá.
También a través de no perdonar podemos
ser contaminados con espíritus de odio y muerte que nos oprimen a
continuación comentamos dos casos.
Este es el caso de un joven
en un retiro que cuando nos acercamos a él después de la efusión del
Espíritu Santo tuvo una manifestación espiritual que nos dio el
discernimiento que tenía un espíritu que lo había contaminado, la
manifestación visible que mostraba fue que sus ojos estaban abiertos
pero solo se veían las partes blancas de los ojos y nos llegó la moción
espiritual que teníamos que orar con un equipo para discernir lo que le
pasaba.
En la oración el Señor nos reveló que él tenía que
perdonarse por haber intentado quitarse la vida y por esa acción él
sería libre de esa opresión de muerte que tenía, después del proceso de
perdón y decir en voz audible, “yo me perdono por haber intentado
quitarme la vida” y la oración para pedir a Jesucristo que lo sanara
este joven fue liberado de ese espíritu de muerte que lo oprimía.
Otro caso es el de una jovencita aproximadamente de 14 años que al discernir que necesitaba perdonar la invitamos a que fuera con nosotros al santísimo para orar por ella y ayudarla en su proceso de perdonar.
Al
pedirle que vocalizara “yo perdono” empezó a tener manifestaciones
violentas, golpeaba el piso con fuerza y empezó a blanquear sus ojos,
Dios nos dio el discernimiento que no le permitiéramos esas
manifestaciones, lo hicimos a través de una oración pidiendo paz a Jesús
y por la intercesión y protección de la virgen María, Dios nos permitió
ayudarla para que pudiera perdonar a un exnovio que se había
aprovechado sexualmente de ella y luego la había dejado, al perdonar
salió de ella el espíritu de odio que la oprimía y el Señor le regaló el
descanso en el Espíritu.
El perdonar es tan poderoso que le
quitamos a los espíritus que nos oprimen el lugar donde se alojan
(resentimientos, odios, amarguras, etc) para dañarnos y nos hace libres
de este tipo de opresiones. Cuando hemos experimentado este tipo de
contaminación es porque nos hemos debilitado espiritualmente, debemos de
buscar mantenernos en gracia y frecuentando los sacramentos para irnos
fortaleciendo en el Señor y no volver a caer en cualquier tipo de
contaminación espiritual.
¿Cómo perdonar?
Busque un
lugar tranquilo el más recomendado es frente al santísimo. Puede
solicitar la asistencia de hermanos crecidos espiritualmente y que
conozcan el proceso para perdonar. Siga el proceso para perdonar.
Proceso para perdonar
Haga
una lista de personas con las que siente: resentimiento, odio, dolor o
rencor. En este momento ya el Espíritu Santo le habrá revelado a las
personas que es urgente que perdone.
Tome la decisión de perdonarlas, esto en su libre voluntad. Esto debe hacerlo en un acto sereno sin ningún emocionalismo.
Exprese
de forma verbal “Yo perdono, -nombre de la persona- y -por qué la
perdona-”. Este paso es fundamental para romper con los sentimientos
negativos alojados en nuestro corazón por la falta de perdón.
Renuncié a todo sentimiento negativo asociado a la falta de perdonar: resentimiento, odio, dolor, amargura o rencor.
Pedir perdón a Dios por haber guardado en mi corazón esos sentimientos negativos.
Orar para que Dios sane las heridas de su corazón
Orar por la persona que me daño.
Este
proceso debe repetirlo las veces que sea necesario hasta que su corazón
esté libre de sentimientos negativos debido a la falta de perdonar.
Conclusiones sobre la acción de perdonar
El perdonar es un acto de la voluntad no un sentimiento. Yo decido perdonar y tener paz en mi interior.
El perdonar incluye a las otras personas, a nosotros mismos y a Dios.
Siempre
debemos estar atentos a perdonar para no guardar sentimientos negativos
en nuestro corazón. Cada vez que alguien nos daña y nos produce una
herida debemos de perdonar lo antes posible, no debemos dejar que el
resentimiento se aloje en nuestro corazón, Efesios 4, 26 que nuestro
enojo no dure hasta la puesta del sol.
Cuando hemos perdonado
la herida más grande que tengo se nos facilita perdonar el resto de
heridas de mi corazón pero debe ir realizando el proceso de perdonar por
cada una de las personas que el Espíritu Santo nos va revelando que
necesitamos perdonar.
Sabemos que hemos perdonado cuando podemos recordar lo sucedido sin experimentar dolor.
El perdonar es el fundamento de toda sanación.
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